La evaluación psicopedagógica es un proceso a través del cual, los orientadores pueden identificar las necesidades educativas de los alumnos a través de la exploración de las distintas áreas del desarrollo del niño: cognitiva, motora, lenguaje y comunicación, social, afectiva y conductual. Su principal objetivo es diseñar medidas de intervención educativa que den una respuesta eficaz a las necesidades educativas detectadas en cada alumno.
Para
ello, los orientadores utilizan diferentes instrumentos de recogida de
información, como protocolos de observación o pruebas psicométricas, entre
otros ejemplos. Algunas veces, los niños se sienten un poco intimidados al
acudir al despacho del orientador, el cual le hace preguntas y le pide
realizar algunas tareas, anotando “algo” en un papel todo el tiempo. Por este
motivo, a veces los niños se muestran, tímidos, inseguros o no se sienten
cómodos, durante el proceso de evaluación. Lo cual, a su vez, dificulta y
alarga este proceso.
En
estas situaciones, los orientadores han de ganarse la confianza de los niños
primero antes de comenzar su proceso de evaluación psicopedagógica, con la
finalidad de que el niño se sienta seguro y cómodo con el orientador, a la vez
que abierto y colaborador respecto a las tareas que componen su proceso de
evaluación.
Para
conseguir esto, nuestra orientadora adapta algunas de las tareas que componen
las pruebas e instrumentos psicométricos que usa durante la evaluación
psicopedagógica, para realizarlas con Mr. Baylor, nuestro perro de intervención.
De esta forma, los niños perciben que están jugando y pasando un buen rato,
mientras la orientadora explora las habilidades y destrezas de los alumnos.
Así, la evaluación psicopedagógica se convierte en una experiencia positiva
para los niños.
Os
dejamos algunas fotos y un breve vídeo donde se muestra algunos ejemplos de
cómo Mr. Baylor asiste durante el proceso de evaluación psicopedagógica.
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